Un sol implacable reverberando el horizonte sin trazo, hubo de animar aquello que la Historia oficial impone como el principio del pueblo signado por el color de lo profundo. La llamada fundación, acaecida en la margen derecha del arroyo serpenteante, justificó una avanzada del futuro Estado-Nación argentino sobre medio siglo de presencia gününa küne: aquellas raíces pampas que el criollo destaca en su historia de vencedor a partir de la dinastía Catriel. Una tempestad signó al Azul que alcanza 191 años de existencia, nacida un 16 de diciembre de 1832 por decreto de Juan Manuel de Rosas, el Restaurador, y ejecución del Coronel Pedro Burgos, el estanciero armado por la causa.
Las 19 décadas posteriores orbitan sobre el capital defendido por el Fuerte San Serapio Mártir, y la clase de sus propietarios persiste como la matriz que identifica esta tierra. Iglesia Católica, Poder Judicial y Fuerzas Armadas fueron beneficiarios y a la vez salvaguarda del porvenir de la dirigencia ocupa. Juntos hicieron el statu quo civilizador y europeizante que alcanzó un centenario de vacas gordas, pero disputado por industrias e ideas tendientes a otro modelo de sociedad, otros sentires populares, otros sentidos pluriculturales.
Emergieron por fuerza de comunidades, colectivos, familias y nombres propios. Fundaron asociaciones, sindicatos, clubes, comités y barriadas. Resistieron censura, persecución, tortura, desaparición y muerte. Se volvieron insurgencia y militancia, cuadros y puebladas. Continúan estrellándose con esa esencia que reflejan las baldosas grises de la plaza que diera al fortín, o que a la perfección condensa el escudo que reza: “Azul, siempre fiel a la patria”.
Otredades y diversidades, movimientos y mareas, resisten en el territorio con forma de estancia. Elegimos conmemorarles el día de hoy, puesto que ningún “representante del pueblo” supo invocarles en casi dos siglos de dominación opresora.
Esos pueblos son tan presentes como lo ha sido la solidaridad azulada en tiempos difíciles, empatía imperativa para este horizonte de sálvese quien pueda.
Hay un Azul del bicentenario construido por esos azules posibles. Será ese el aniversario más feliz que la ciudad del color de lo profundo haya conocido.