El formidable mural que recubre la esquina de Perón y Costanera se transformó, durante la mañana del viernes pasado, en una sala de conferencia de las Artes azuleñas acerca del presente del Museo López Claro. Lo denunciado bien pudo ceñirse a la desinformación sobre el reacondicionamiento del espacio cultural, donde una generosa porción de la mampostería de su techo se desprendiera durante el 24 de marzo – desidia sobre la que la subsecretaría de Cultura, Educación y Deportes ya había sido notificada – y que desde el 23 de abril sostiene las reparaciones frenadas y sin fecha de reanudación.
Tres días habían pasado del anuncio de Silvio Oliva Drys como director del Museo, según el austero comunicado municipal, vigente «hasta que se sustancie un nuevo concurso». Aquella jornada Oliva Drys recorrió la entidad junto al intendente Bertellys, el subsecretario de Obras y Servicios Públicos, Martín Diab, y la propia Maya Vena. Además de conversar sobre «los proyectos que se prevén concretar el resto del año», el comunicado asevera que les presentes abordaron «el alcance de los trabajos que se están ejecutando en el lugar y que consisten en el arreglo de cielorraso interior y su estructura, sistema de desagüe pluvial externo, reparación de fisuras exteriores, refuncionalización de conexión de cocina a patio y depósito y puesta en valor del depósito, entre otras tareas que culminarán en los próximos días».
Sin embargo, la conferencia del Colectivo de Artistas Autoconvocades tuvo por eje repudiar aquello que habilitó el interinato en el Museo: la expulsión de Karina Ruiz como directora del López Claro.
Para denotar el avasallamiento institucional del decreto que la cesó de sus funciones, agravado por el desconocimiento de su labor transformadora realizada, y sobre todo, por enmarcar su expulsión en otra violencia laboral de género ejercida desde el Estado municipal, Pino Giménez, Silvio Randazzo y Martín Zinclair alzaron la voz del Colectivo en defensa de Ruiz, a través de este comunicado:
«Me parece que están buscando generar conflictos en situaciones donde no lo hay». En estos términos se refirió Maya Vena a nuestro Colectivo y sus actividades. Una alusión despectiva que pareciera estar amonestando el accionar de un grupo que no tiene causas para plasmar su política (porque sí, hacemos política, pues la entendemos como aspiración y práctica de transformación social). También en esa misma entrevista radial, la subsecretaria de Cultura, Deportes y Educación de la Municipalidad de Azul se quejó: «No podemos plantear nada desde el Municipio porque todo se va a interpelar» indicaron.
Conviene (es groseramente notorio) recordarle a Vena que ella integra un Ejecutivo que encabeza un intendente que fuera elegido por el voto popular; que ese Ejecutivo tiene a su cargo la gestión del Estado azuleño, la representación institucional del pueblo del Partido de Azul. Ergo nos preguntamos: ¿Qué incongruencia advierte la funcionaria para quejarse (ella sí lo hace) de la interpelación popular al gobierno democrático de turno? Porque justamente son otro tipos de gobiernos los que prohíben ser interpelados.
Karina Ruiz acaba de ser expulsada de la dirección del Museo Municipal de Arte López Claro. O, mejor dicho, acaban de comunicárselo. Entonces, este Colectivo ni fabrica conflictos de ocasión ni interpela por deporte. Las razones fundamentales de por qué este Colectivo aún tiene motivaciones para expresarse y proponer cambios hay que buscarlas en las políticas culturales del Ejecutivo municipal del que Maya Vena forma parte.
Consideramos la cesantía por decreto de Karina Ruiz como un costo que paga por defender un modelo de gestión museológica al que jamás se consideró desde Cultura. También, ese costo la ex directora lo paga por haber expresado su desazón cuando el Museo que dirigía debió ser cerrado por la desidia de sus superiores. Y, por supuesto, Karina paga el precio de haber acompañado las propuestas y actividades de este Colectivo.
Hablamos de otra mujer que sufre destrato, violencia institucional y desamparo de parte de Maya Vena y el área que encabeza. Primero fue Inés Maddio en la Escuela Municipal de Música, y ahora es Karina Ruiz en el López Claro. Como Colectivo nos preocupa y desaprobamos la expulsión de Karina de la dirección del Museo y los términos en que la misma se produjo.
La gestión de Ruiz a lo largo de estos 3 años y medio propuso y dio forma a un Museo vivo, multidisciplinario, planificado, feminista, alejado de todo anquilosamiento proverbial; mucha obra de artistes locales tuvo la posibilidad de ser expuesta y resignificada en su tiempo, así como tanta otra aguardaba la fecha ya establecida. En pandemia, Karina Ruiz y su equipo se encargaron de sostener la vida museológica del López Claro, de manera condicionada, apelando a estrategias virtuales que permitieron que este Museo contenga a niñes, adolescentes y jóvenes, además de las personas que lo frecuentan desde siempre.
La salida de Karina Ruiz de la dirección del Museo López Claro no ha sido argumentada con una sola razón profesional, artística o técnica. Y acaba de dar forma a un nuevo atropello de la gestión municipal contra una mujer trabajadora. No nos equivocamos antes, y ahora seguimos robusteciendo nuestra posición: Azul, sus artistes, su ciudadanía toda, está padeciendo la emergencia cultural producto de la desidia de la gestión municipal.