7 de junio de 1810 es la fecha, el primer medio de prensa de ideas patrióticas la razón, y Mariano Moreno, Secretario de la Primera Junta, su ideólogo e impulsor. El Día del periodista en Argentina encuentra su génesis con el periódico “La Gazeta de Buenos Ayres”, nacido de la premisa de que «el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”, y como atemporal acto de denuncia ante “aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos”.
Con las banderas de la libertad de pensamiento y el acceso a la información pública, Moreno marcó el sendero del oficio para siempre. Quienes tomaron su posta décadas después – José Hernández y Fray Mocho, entre sus baluartes – lo potenciaron al adentrarse en aquel pueblo, reivindicando sus costumbres y visibilizando sus miserias.
Escribiendo crónicas entre marginales a la manera de Roberto Arlt, sin falsas pretensiones de hablar en su nombre. Militando el compromiso de dar testimonio en tiempos difíciles como pregonaron Paco Urondo y Rodolfo Walsh, desaparecidos por develar las cifras del horror de la Dictadura más sangrienta de nuestra historia. Como nos falta José Luis Cabezas, por demostrar la verdad y la justicia que cabe en una foto.
En la Ciudad de Azul, ningunos como Cacho Nebbia y Miguél Oynaharte para constatar el arte de la empatía, y el oficio de mirar en lugar de ver, que hace al periodista.
Tal cual lo condensará Tomás Eloy Martínez:
«Ser periodista significa ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, también ser otro”.
Quien lea estas líneas, cual fuere su profesión o bandera, cuenta con el derecho de expresar sus venas abiertas. Es una condición inalienable, aunque el Estado se desentienda al momento de impulsar el acceso a la información pública. Por encima de los monopolios, de las pautas que le sostienen, y la agenda que impúdicamente moldean según la línea del gobierno imperante, toda persona cuenta con otro poder: el de romper vínculos con la tergiversación y la mentira infundada de las corporaciones mediáticas. Están a su alcance – el tuyo – la crítica y el debate en torno a las libertades que nos faltan como sociedad pluricultural.
Feliz entonces, al Periodismo con fines transformadores. Felices los días para quienes eligen transitar cotidianamente su sendero, convencides de que la nueva normalidad se nombra cada vez que comunicamos lo transformado.