Un buen día de noviembre, la sociedad azuleña se enteró por una foto del nuevo director del museo de artes municipal. En el amarrete parte de prensa sobre el designado, descubrió otras cosas. Las tres patas del jurado responden a la gestión Bertellys, comenzando por el interventor saliente, de presunta amistad con su reemplazo. Al margen de la colaboración ad honorem en la casona de avenida Mitre, vigente hasta ser electo, la única experiencia laboral de Luis Gustavo Tapia, nueva autoridad del Museo López Claro por 4 años, es el presente como vendedor de Essen Aluminio.
La liviandad de papeles no debe torcer el foco de la denuncia: los criterios de esta elección como una consecuencia más – ¿una de las útimas? – del gobierno más negligente en materia cultural de la historia azulada. Basta acudir a los salones del Municipio para constatar el desastre edilicio, o resumir la tendenciosa elección de sus autoridades en la renuncia forzada de Karina Ruiz, directora del López Claro hasta el arribo buscado de Silvio Oliva Drys. Pero las dimensiones reales del daño por ausencia de políticas culturales, instancias de producción y centros de promoción para artistes y hacedores, una Secretaría de Cultura en el organigrama, equivalen a una crisis que pudo cobrarse más de una vida por la desidia.
¿Qué hizo el pibe de las Essen?
En cada reproducción del parte de prensa anidó el debate popular, que viraban del repudio al sistemático accionar bertellysta, al planteo de cómo un vendedor de ollas y sartenes gestiona la casa de artes del pueblo. Creyó el Municipio, que la polémica estaba saldada con el CV adjunto en el comunicado. Única fuente para conocer al personaje – donde debe inferirse hasta «la buena voluntad» – el currículum de Tapia habilitó la defensa de su trayectoria artística en palabras propias:
«Debido a la colaboración ad honorem que vengo realizando en el Museo López Claro en el último tiempo, poseo amplia experiencia en el armado de muestras de distintas disciplinas, organización del inventariado de patrimonio, diseño de invitaciones y folletería».
Asegura el elegido que su excursión en el ámbito artístico data de 2002, «participando en exposiciones individuales y colectivas en distintas ciudades de la Provincia», siendo seleccionado, además, «en distintos salones bonaerenses». Destaca su cursada en el Profesorado de Artes Visuales de la Escuela de Artes Luciano Fortabat, e incluirse entre el grupo escogido para realizar una pasantía en esta institución. Fueron dos años hasta que se volvió un contrato a destajo, y mudó su carrera a la Escuela de Artes Miguel Galgano en Olavarría. En el lapso hasta el presente, asistió a talleres de Jorge Melo y Mauricio Nizzero, sumando una ayudantía en el taller de Inés Vega para el museo Dámaso Arce de la vecina ciudad. Pero el Profesorado de Artes visuales – sincera – continúa incompleto en ambas casas de estudio.
Predominan en el CVde Tapia las experiencias como aspirante a Community Manager , que parten de genéricas «Marketing Digital y Manejo de Redes Sociales», «Liderazgo y gestión de equipos «, o «Curso de Oratoria», a la aptitud en «Edición de fotos y videos en Inshot», o trabajos de «Diseño para web y celulares en Canva». En simultáneo, cumple las veces de coordinador y capacitador en la reventa de Essen aluminio, trabajo que sostiene desde 2019.
Los saberes de Tapia tienen todo para el éxito de un CM. Si se prefiere, como para sostenerse en el mundo del marketing online. No se antojan suficientes para engrosar la trayectoria de un artista visual al frente de una casa museo, donde viene colaborando sin goce de sueldo «en el último tiempo». No precisa cuándo; aunque ese puesto no supera el lapso iniciado el 18 de julio de 2022, día que Oliva Drys asume la dirección del López Claro.
Alguna tarde de septiembre del año pasado, el olavarriense convocó al colaborador a una charla privada. Dio lugar a la lectura de las bases para concursar por esa misma oficina: «Formación académica (mínima excluyente); Educación universitaria o terciaria completa o, excepcionalmente, experiencia específica acreditada que permita suplir el titulo de grado requerido». El artista prosiguió: «Formación actualizada relacionada con las áreas de conocimientos necesarias para el cumplimiento del puesto, en especial la dirección y gestión de instituciones en general y culturales en particular». Por último, subrayó: «Experiencia: Preferentemente no inferior a tres años en temáticas y actividades vinculadas a la gestión cultural y en la conducción de tareas de complejidad comparables». Tapia supo entonces que no superaba los requisitos mínimos para ser electo como director del museo, según lo expresado en el decreto municipal 1554/2023.
El jurado que lo declaró competente
Fines de agosto de 2022. El colectivo de artistes autoconvocados persistía en pie de solidaridad con Karina Ruiz, quien denunciaba en un video las razones de su desplazamiento como gestora del López Claro. Oliva Drys llevaba poco más de un mes como interventor, ocupando el mismo rol que ostentara en el duclosismo hasta finales de 2009. «La designación me tomó por sorpresa» llegó a sincerar en diálogo radial, al tiempo que lamentaba encontrarse «con una realidad urgente de trabajar para volver a poner el sitio en valor». Apenas iniciado el pasado septiembre, surgía el aviso municipal del concurso para encontrar nueva dirección del museo. Anoticiados de la búsqueda, la asamblea de artistes locales evocó los mecanismos que llevaron a Oliva Drys a la intervención del museo. Sentenciaba la carta abierta en uno de sus párrafos:
«La actual máxima autoridad del museo (con más de un año en ese rol) no concursó, no fue evaluada la propuesta, no ofreció la previsibilidad que debe dar un proyecto para que, la comunidad, esté al tanto del devenir de su espacio público. También esto propulsa nuestra constante manifestación de Azul como ciudad en emergencia cultural: por esta falta de democratización de las instituciones por parte del gobierno actual».
Ni emitió una réplica, ni modificó bases, ni democratizó el concurso. Consecuente con el clientelismo instaurado en 2015, el gobierno decretó una terna presidida por el interventor para encontrarle un sustituto. Las escoltas de Oliva Drys – parajódicamente, único representante «del palo» en el jurado -, fueron Martina Duhalde y Agustina Marino. Cabe refrescar, la terna tuvo estado público cuando se transmitió a la sociedad el resultado puesto. La primera tuvo lugar en tanto representante de la «Asociación Amigos del Museo», con varios años repartidos entre la militancia por «Nuevo Azul», y su rol en la administración municipal. Marino llegó al jurado como Licenciada en Gestión del Arte y la Cultura, con 12 años de funciones en el Municipio de Olavarría: a cargo de la Subsecretaría de Cultura entre 2011 y 2022, y al frente de la Dirección de Gestión Cultural de enero al mes de agosto pasado. Tenía a su cargo los museos, el Centro Cultural «San José», y el Archivo Histórico de la comuna industrial, con 42 empleados bajo su responsabilidad. Fue desplazada de sus cargos por el intendente Ezequiel Galli, sin conocerse los fundamentos del despido. «Es lamentable y doloroso el hecho de que hoy la política ignore el conocimiento técnico y la gestión, priorizando intereses, militancia y aportes», acusó Marino. «Me encontrarán siempre trabajando en territorio, en cada espacio que así lo requiera» añadía la Licenciada, a días de recibir la invitación de Oliva Drys para visitar Azul, y a semanas de convertirse en una de las juezas del futuro del museo de artes azulado.
No fue Tapia el único candidato juzgado por el tribunal oficialista. A decir de la directora del Diario El Tiempo, «hubo otro que tiene estudios universitarios e incluso un postgrado y una maestría. Además de una participación, entre otras cuestiones, en el Teatro Argentino del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, en curaduría y dirección, y hasta una pasantía en la Universidad de Minnesota en planificación social». El listado completo de postulantes, no obstante, permanecerá bajo llave hasta que la gestión disponga.
Se sabe por las bases del concurso que, además de cumplir con la trayectoria idonea, cada concursante debía presentar un proyecto de dirección estructurado en los siguientes ejes:
«1. Misión | 2. Organización y Estructura | 3. Colección y Exposiciones |4. Programas Educativos |5. Conservación y Preservación | 6. Promoción y Marketing | 7. Financiamiento y Sostenibilidad | 8. Tecnología y Digitalización |9. Colaboraciones y Alianzas | 10. Curadurías | 11. Evaluación y Mejora Continua»
Cuando el jurado llegó a la propuesta de Tapia descubrió un proyecto sin enfoque aprehensible, desprovisto de objetivos concretos, huérfano de precisiones que sintetizaran la identidad museológica de una potencial gestión. Todo eso que podía encontrarse en las postulaciones alternativas, y que la comunidad supo encontrar en la figura de Karina ruiz, iba a desestimarse por una decisión política. La premisa – de la que Marino venía de ser víctima directa – era desconocer experiencias y capacidad de gestión, en pos de un candidato funcional al abuso de poder.
Los dueños de la olla, y una carta como freno a la impunidad
El caso Tapia es uno de los últimos ataques de la desculturización gestada por el tándem de gobierno que dirá adios en diciembre. El intendente Hernán Bertellys y su ex secretario, Alejandro Vieyra, son los máximos responsables de la emergencia cultural en el Partido, y del cogobierno que impulsó, defendió y sostuvo las directivas de Maya Vena al frente de la Cultura del Municipio de Azul. Ambos encubrieron a la funcionaria en los diversos casos de extorsión, discriminación y violencia que protagonizó hasta su renuncia el 4 de diciembre pasado. El mismo mismo parte de prensa anunciaba la disolución de la Secretaría de Educación, Cultura y Deportes, ahora reducida a Dirección de Educación y Cultura.
Cuánto habla del lugar que ocuparon tres derechos esenciales en el programa gubernamental, si dependieron del presupuesto y la estructura de una sóla cartera. Cuánto denuncia de la desidia que sólo veremos en su totalidad cuando se destapen todas las ollas del Bertellysmo.
Por lo pronto, el colectivo de artistes autoconvocados encabeza una recolección de firmas contra la negligencia más reciente. «La Carta abierta sobre la Designación Museo Municipal de Arte López Claro de Azul», es un compendio de las denuncias posibles en torno a la misma. Lejos de recalar en la afronta personal, el objeto del colectivo es partir de las evidencias que surgen del CV de Tapia, del jurado parcial, del accionar sistemático del Bertellysmo contra las artes y las culturas locales, para ponerle un freno a la impunidad ininterrumpida en ocho años de mandato.
Próximo a lograr las 500 firmas, el documento del colectivo se erige como el puntapié para que un acompañamiento del grueso social logre poner en jaque la designación de Tapia. Caso contrario, el nombrado será la referencia máxima del museo hasta 2027, y la desidiosa prueba de que dirigir el López Claro es como vender una olla.