Por: Lía Ghara*
Todo lo contrario a una fiesta. Era 1969 en Nueva York, en medio de una creciente hostilidad hacia la comunidad LGBT, principalmente hacia el colectivo trans, racializado y marginalizado, sumada a la sanción de nuevas leyes persecutorias y las “brigadas de moralidad” en plena “cacería de gays” cuando el 28 de Junio en el bar Stonewall Inn se dijo basta. Se incendiaron patrulleros, se lanzaron molotovs. Se acuarteló la policía dentro del bar con miedo a la furia travesti que incendiaba la zona. Se rompieron las vidrieras de la cuadra, parquímetros, veredas. No fueron los movimientos de liberación académicos, blancos y correctos sino una multitud de marikas, tortas, no binaries, sin techos, marginadxs, vagabundxs y drag queens hartxs.
Duró poco más de una hora. Su eco reverberó en todo el mundo.
Tampoco fue la primera vez; solo la más multitudinaria y visible de una serie de revueltas. Comenzaron en Estados Unidos en mayo de 1959, en el bar Cooper Do-nuts y continuaron en otros bares como Dewey’s, Compton’s, The Black Cat, también frente al cuartel del ejército, y hasta frente a la Casa Blanca. Su antecedente inmediato fueron los disturbios en The Patch, el 17 de agosto de 1968, otra vez, ante la violenta persecución policial.
Las protagonistas absolutas en adelante serían las drag queens Marsha P. Johnson, afroamericana y artista, y Sylvia Rivera, activista puertorriqueña-venezolana quienes se convertirían en las madres de una organización llamada S.T.A.R. (Street Transvestite Action Revolutionaries), grupo de acción de travestis callejeras revolucionarias. Daban casa, comida y abrigo llegando a albergar a varias decenas de personas, sobre todo jóvenes expulsadxs por sus familias.
La historia del Día internacional del Orgullo, es una historia de lucha por la supervivencia, por la comida, por un lugar en donde poder existir que nada tiene que ver con el relato asimilacionista blanco, burgués y cómodo, a la venta en locales comerciales. Es la historia de quienes no tenían nada que perder y fueron capaces de moldear con sus acciones otra forma posible de vida: el orgullo.
En Argentina: marchar contra los travesticidios
Desde hace 9 años cada 28 de Junio, en Ciudad de Buenos Aires se realiza la Marcha plurinacional antirracista contra los Travesticidios, Transfemicidios y Transhomicidios. La Comisión organizadora, compuesta por familiares de víctimas, sobrevivientes y decenas de organizaciones sociales y políticas convoca a las 16 hs en la Plaza de los Dos Congresos, frente al Palacio Legislativo. Una marcha en ronda, herencia de las Madres de Plaza de Mayo que convoca a visibilizar la realidad de la población travesti-trans-no binaria (con un promedio de vida que no supera los 40 años) y a denunciar los atroces travesticidios como los de Sofía Fernández, asesinada por 5 policías en la comisaría de Derqui o el de Cynthia Moreira, crimen que desde 2018 sigue impune.
En Argentina 2024 brotan los crímenes de odio al tiempo que brotan los discursos homo-odiantes, machistas y la violencia hacia las diversidades. El más reciente es el brutal lesbicidio de Barracas donde la crueldad de vecinos llevó al punto de prender fuego vivas a cuatro lesbianas solo por existir en el mismo espacio. De las 4 víctimas hay una sola sobreviviente que hoy carece de acompañamiento estatal.
Tehuel de la Torre fue visto por última vez el 11 de marzo de 2021 cuando salió de su casa en San Vicente y nunca volvió a aparecer. Un joven trans de 21 años que se dirigía a una entrevista laboral con la esperanza de encontrar un trabajo en un territorio donde quizás el Cupo Laboral Trans no llegó a tiempo o no se implementó por falta de voluntad política. El juicio por su desaparición tenía originalmente fecha para agosto de 2027 y tras la intervención del INADI, el ex ministerio y el Frente Orgullo y Lucha se logró fijar para este 15 de Julio. La Justicia, por su parte, decidió desdoblar el juicio, haciendo que la familia atraviese un proceso por demás hostil, no una, sino dos veces. Una por cada imputado.
La disolución y vaciamiento de instituciones que fueron clave en la articulación de políticas públicas y garantías de derechos, algunos históricos como el INADI o la Línea 144, y otras más recientes como el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad marca una línea unidireccional y elocuente al respecto de la importancia que le otorga el gobierno a las medidas que promueven la igualdad, resguardan a la comunidad LGBT+ y/o actúan ante la violencia y los crímenes de odio.
El 3 de Junio, histórica fecha del NI UNA MENOS, Javier Milei decidió desmantelar la Subsecretaría de Prevención contra la Violencia de Género, lo que sumado a una Justicia absolutamente odiante y misógina (con contadas excepciones) deja a la comunidad LGBT+ de Argentina en niveles históricos de desprotección y sin marco institucional. En este punto también es necesario recordar que tras las detenciones arbitrarias e ilegales durante la marcha en repudio a la Ley Bases la única detenida mujer que quedó con prisión preventiva es… (adivinen) lesbiana.
Patricia Daniela Calarco se encontraba junto a su pareja y compañeres de militancia cuando las fuerzas de seguridad comenzaron a reprimir. Se la acusa de haber incendiado tachos de basura en la zona de Congreso. A pesar de la acusación, Patricia fue detenida en Av. de Mayo y Av. 9 de julio. Es decir, a casi diez cuadras del Congreso.
¿Y la Ley Bases qué tiene que ver?
Inflación y sueldos de pobreza, eliminación de la moratoria previsional, reforma y flexibilización laboral sin penalidades para empresas que despidan sin causa, el aumento sin techo de tarifas, servicios, prepagas, entre otros, parece una realidad común pero son los sectores vulnerables y precarizados en los que tiene el mayor impacto. La pauperización de la comunidad LGBT+ es cada vez más cruenta, en un momento histórico de avance de discursos odiantes y discriminatorios que obturan la posibilidad de acceder a un trabajo, de terminar la secundaria, de frenar los ataques callejeros.
Se describe en un breve acto: el Secretario de comunicación de la Nación Argentina, Manuel Adorni, juega al ahorcado y publica en su cuenta de X una persona colgada junto a la palabra ausente: homolesbotransodiante. No hay metáfora, es literal. Es decisión política ahorcar, y diversidades y mujeres están dentro del universo de mayor vulnerabilidad.
El avance mundial de la ultraderecha se da en paralelo y de manera global. El resurgimiento de sectores abiertamente fascistas ponen en peligro (nuevamente) a cierto tipo de existencias. Los suicidios entre la población LGBTI han aumentado, los movimientos migratorios para huir de la represión se han intensificado y el espacio para la sociedad civil se ha reducido gradualmente en todo el continente
Por otro lado la comunidad LGBT+ vive en una situación alarmante desde hace siglos, sometida a la criminalización que llega en algunos países a la pena de muerte. En el mundo 62 países (60 mediante disposiciones explícitas de la ley, 2 de facto) tienen leyes que penalizan los actos sexuales entre adultos del mismo sexo. Se suman además 7 países con pena de muerte: Arabia Saudita, Brunéi, Irán, Mauritania, Nigeria, Uganda y Yemen y otros 5 en los que hay menos certeza jurídica al respecto pero es una posibilidad tal pena: Afganistán, Qatar, Emiratos Árabes, Pakistán y Somalia.
En el otro extremo, e invisibilizadas aparecen también vulneraciones en países que se presentan como progresistas pero subterráneamente desestiman indicadores clave al respecto del aumento de crímenes de odio y violencia de género. En forma de microviolencias y transversales a todas las capas sociales e incluso con leyes de avanzada hay situaciones que se mantienen intactas: la “salida del closet” como evento traumático, la discriminación en lugares esenciales para el desarrollo de la vida social y económica, el bullying, la expulsión del hogar a temprana edad, el disciplinamiento familiar, entre otras miles, son las que se repiten una y otra vez en cualquier lugar y cultura del mundo.
En un panorama geopolítico complejo y una situación nacional perturbadora, se inserta un movimiento de lucha y liberación. Una respuesta a los fascismos que construye democracia, y que supo ser desde sus inicios molotovs de rebeldía. Una revuelta que no sea nunca sofocada por la comodidad de pertenecer es lo que reclama la historia de este día. Una fiesta que no viva eternamente celebrando los disturbios del pasado pero condenando los disturbios del presente.
Que sea orgullo como respuesta política, en una sociedad que educa para la vergüenza y que sea ternura como bandera frente a la política de la crueldad que impera.