No se olviden de (por qué nos falta) Cabezas
En febrero de 1996 , José Luis, fotoperiodista de la revista Noticias, recibió la tarea de viajar a las playas de Pinamar. El objetivo: fotografiar al empresario de mayor poderío entre los dueños de todas las cosas. Quizá, el poder real de la Argentina menemista, y, por tanto, la figura más oscurantista, oculta y blindada del país. Alfredo Yabrán era un enigma que esquivaba los flashes, y amasaba una fortuna gracias al Correo argentino. Su nombre, no obstante, emergía en la prensa cada vez que el ministro de Economía, Domingo Cavallo, impostaba acusaciones contra él. Concretamente, de haberle echo perder unos 72 millones de dólares. Ante tamaña oportunidad, ningún medio insinuó siquiera los vinculos concretos que el dueño de OCA tenía con el Grupo Macri. Nadie se atrevía a vociferar los lazos carnales de Yabrán con media cúpula del Poder Ejecutivo Nacional, al que desguazó como prestador del servicio de tráfico de armas. «Ni los servicios de inteligencia tienen una foto mía», declaraba por esos días. Hasta que el viernes 16 de aquél febrero, mientras «El Tío» seguía el curso de sus últimas «inversiones» en el pueblo costero, Cabezas se apersonó en Pinamar.
La tapa de la Revista «Noticias», con la fotografía que Cabezas hiciera de Yabrán.
De vuelta en la redacción de «Noticias», José Luis dejó el motín sobre una mesa. Entre las postales, una sobresalía por pintar austera y cotidiana una secuencia clasificada. El tipo más sombrío y rico, al que todos nombran pero nadie sabe si existe, caminando junto a su esposa a la orilla del mar, como cualquier matrimonio tipo vacacionando en la costa atlántica. En la mirada del empresario, sin embargo, pudo haberse resuelto el título de la tapa que nacía para hacer historia: «Yabrán ataca de nuevo». Esa mirada que recuerda a la de Etchecolatz, y que pasó casi un año guíando los pensamientos de la vendetta, no casualmente, dando por hecho la ejecución material de la Policía Bonaerense. La tapa resultó un presagio de mal augurio.
Fatídica noche del 25 de enero de 1997. El reportero gráfico se encontraba junto al periodista Gabriel Michi, quienes habían ido a cubrir un evento organizado por el empresario Oscar Andreani. Para llegar al lugar, habían alquilado un auto blanco modelo Ford Fiesta. Por la madrugada, Michi optó por retirarse primero, mientras que Cabezas se quedó un rato más en la fiesta.
Horas más tarde, el propio cuerpo de Cabezas apareció quemado con alcohol metílico en el interior del auto. con sus manos esposadas y dos proyectiles de un arma calibre 32 en su cabeza.
La investigación judicial pudo determinar que las fotos que le sacó Cabezas fueron el desencadenante del asesinato. En los meses previos a que Noticias batiera records con la tapa de Yabrán en Pinamar, el siniestro de negocios, consecuente con el manual de los capo mafia, había dejado una amenaza a quien se atreva: “Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la cabeza”.
Tras varios meses de instrucción, el juez federal de Dolores, José Luis Macchi, procesó y dictó prisión preventiva en mayo de 1989 para Yabrán como instigador del crimen. Tras permanecer algunos días en condición de prófugo, el empresario postal se suicidó en un campo de su propiedad ubicado en Entre Ríos, donde cuando permanecía oculto.
La repercusión derivó en cambios en el gabinete de Menem, y en las derrotas del PJ en las legislativas de ese año y en las presidenciales de 1999, cuyo candidato fue el hasta entonces gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde.
El expolicía bonaerense Gustavo Prellezo fue condenado a reclusión perpetua en febrero de 2002, pero sólo pasó tras las rejas 13 años pese a que la sentencia fue ratificada en las máximas instancias judiciales de la provincia y del país. En 2010 fue beneficiado con el arresto domiciliario y en 2017 recibió la libertad condicional.
Los otros condenados por el asesinato fueron el expolicía Aníbal Luna (condenado a prisión perpetua y en libertad condicional desde 2017); el exjefe de Seguridad de Yabrán, Gregorio Ríos (condenado a perpetua como instigador del hecho y en libertad condicional desde 2008); y el comisario Mario «La Liebre» Gómez (condenado por liberar la zona en la que ocurrió el crimen, recuperó la libertad en 2006 tras una decisión de la Cámara de Casación bonaerense).
Además fue sentenciado el policía Sergio Cammaratta, quien murió en el penal de Dolores en 2015, sindicado por la Justicia como responsable de haberle hecho «un seguimiento» a Cabezas cuando trabajaba en Pinamar en el verano de 1997.
De la banda Los Horneros, reclutados por Prellezo, fueron desvinculados de la causa José Luis Auge (que recibió condena en el juicio que se hizo en 2004, pero quedó en libertad cuatro años más tarde); y Sergio Gustavo González (sentenciado a prisión perpetua recibió una reducción de la condena y salió de la cárcel en 2006, aunque tiene una causa por drogas radicada en los tribunales porteños).
Por su parte, también de la banda de Los Horneros, fue desvinculado de la causa Horacio Braga (quedó en libertad condicional diez años después del crimen, y a mediados de 2018 cumplió su condena con la Justicia), mientras que Miguel Retana, sentenciado a prisión perpetua en 2000, murió por una afección originada por el SIDA en la cárcel un año después.
«Hubo de todo en estos 20 años. Momentos de gran incertidumbre y después algunas certezas que iban apareciendo en torno al asesinato de José Luis», rememoró Michi para Infobae, durante el 20° aniversario del siniestro fusilamiento. «Condenas ejemplares a los asesinos tres años después del asesinato. Condenas a perpetua. Y después la vergüenza típica de la justicia argentina que por un fallo de la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires se le redujo la condena a los asesinos», agregó. «Hoy casi todos ellos están libres«, certificó el compañero de Cabezas, con la impotencia que arrastra hoy junto a la Familia de José Luis, porque la impunidad de cómplices y responsables, en conjunción con el Poder Judicial, persisten.
Pero siempre tendrán a la Memoria pisándole los talones, como la cámara de Cabezas gatillando sobre la realidad para que salgan a flote las verdades silenciadas. En un recuerdo eterno, quedó instaurado el 25 de enero como el Día del Reportero Gráfico. Y en una bandera como «No se olviden de Cabezas», son legibles más luchas que el reclamo de familiares, colegas y emprendedores memoriosos. Es un imperativo para disipar toda indiferencia, y doblegar el cerco de terror que el Poder disemina por todos los medios bajo su ala. No olvidarse de Cabezas, conlleva la convicción de que toda persona es capaz de dar testimonio y ser denuncia en tiempos difíciles.
No se olvida a quien legó tantas enseñanzas madre para ejercer el periodismo contra los dueños de todas las cosas. Cabezas vive en cada instantánea que apunta a la corrupción, y grita en colores injusticias prolongadas. En cada flash informativo que visibiliza conquistas vedadas e impone retomar sus luchas, una vez que el entramado impúdico ha dejado de ser un negativo, y queda revelado que sólo les cabe el juicio y el castigo, porque sin justicia, no hay democracia.
La carta de su hermana
«Nos mintieron diciendo perpetua», denuncia Gladys Cabezas, en el homenaje a su hermano Juan José realizado frente a la estación de omnibus de Pinamar. En el acceso a esta ciudad, durante la madrugada del 25 de enero de 1997, la muerte a sangre fría del fotoperiodista que desenmascaró a Yabrán frente a la sociedad, supuso el peor ataque a la libertad de expresión en Argentina desde el retorno democrático.
«Esta es la primera vez que le escribo», jura Gladys. “Decidí que este año quería hablarle”, enfatizó, como lo hiciera previo a dar lectura del manuscrito en el acto:
“Querido hermano: Hoy quiero hablar con vos y contarte que estamos recordándote, acá en Pinamar como todos los años. Hoy 26 años, qué locura. Siento que fue ayer cuando con los viejos, nos enterábamos por la radio que habían encontrado calcinado y esposado a un reportero de la Revista Noticias.
‘Por Dios, es mi hijo’, decía mami.
‘No puede ser’, decía papi.
Tu sobrino Sebastián, mi hijo, con solo 9 años salió gritando a la calle: ‘Mataron a mi tío’.
Cuánto dolor, cuánta impotencia, cuántas mentiras, cuánta hipocresía. Pero lo peor, cuántos corruptos. Cuanta corrupción en manos de personajes siniestros. Llegó el juicio y nos mintieron diciendo cadena perpetua. Pero no fue así: era portarse bien en la cárcel y salir.
Luego, los ciudadanos de bien se acercaron a nosotros, nos dieron fuerzas y siguen estando cada 25 de enero acá en Pinamar, en la cava y en cada lugar del mundo en donde se acuerdan de vos. Sí, del mundo, aunque no lo creas?
Bueno, no te agrandes. Fuiste un buen fotógrafo, un buen hijo, hermano, marido, padre. Pero, sobre todo, una muy buena persona
Siento que no te mataron, no lo lograron, porque estás siempre en mí.
Es una lástima que no hayas podido conocer a Riu, tu nieto, que tiene un añito y está hermoso. Él va a hablar de vos cuando sea grande y dirá ‘José Luis Cabezas presente’”.