El 2 de abril de 1982, el genocida Leopoldo Galtieri dictaminó una guerra contra Inglaterra con el pretexto de recuperar la soberanía de Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Su objetivo nunca fue otro que el de restaurar la imagen positiva de la Junta.
Al menos 650 jóvenes argentinxs – conscriptxs de entre 17 y 25 años- murieron en #Malvinas, forzados por la suerte de una bolilla y, en su mayoría, apenas habiendo disparado una bala en su vida. Entre 300 y 500 ex-combatientes fallecieron post-conflicto a causa de suicidios, según calculos de sus compañeres supervivientes.
Gran parte de elles fueron torturados en las Islas por sus superiores, a merced de las mismas técnicas que hicieron desaparecer a 30.000 almas. Prueba de ello son los testimonios revelados por un centenar de excombatientes ante la Justicia en 2007; causa que lleva 11 meses paralizada por la complicidad entre el Poder Judicial y el Genocida, en la medida que el primero se negó a catalogar el estaqueamiento, la muerte por hambre y/o por congelamiento, las vejaciones y violaciones en las islas como lo que son: delitos de lesa humanidad imprescriptibles.
Ayer se cumplieron 41 años del conflicto que trasladó el Terrorismo De Estado a las Malvinas. Una guerra que terminó el 14 de junio. Que nunca estuvimos ganando, a pesar de que los medios cómplices de aquél Terror así lo aseveraban, y una mayoría de la sociedad así lo compró. El nacionalismo belicoso fue el último manotazo de ahogado de los mayores verdugos de este pueblo, y las islas el teatro de operaciones para rescatar un genocidio ya hundido por sus horrores salidos a flote.
El pueblo debe recuperar la soberanía de su suelo. Sí. Esa fue y será una causa que no se mancha. Pero tanto como precisa una respuesta que no sea la impunidad. Por ello no renunciará a la diplomacia para recuperar las Islas, y no olvidará ni descansará hasta juzgar y condenar a quienes frenaron el destino de cientes de pibes por la cobardía de admitir su derrota.
LasMalvinasSonArgentinas. Sí. Pero sus veteranes y caídes – que no fueron héroes ni heroínas, sino víctimas -, también.