En Azul, la cifra del horror no es simbólica. Tiene una densidad de desaparecidos por habitante muy alta. Son más de cuarenta si se toman en cuenta les que fueron secuestrados en la ciudad, más aquelles oriundos que resultaron víctimas de los grupos de tareas en otros puntos del país. Cuatro eran conscriptos del ejército en la guarnición local: Héctor Morandi Risso, José Luis Musmeci Orsi, Alfredo Thomas Molina y José Luis Vicini Alessio.
Las primeras desapariciones forzdas en Azul, desencadenadas por el intento de copamiento del ERP a la guarnición militar, sirvieron de preanuncio al Terror más profundo. Hablamos del año 1974, y de comisarías de la Capital Federal como mazmorras. Aunque las ausencias locales y foráneas por la fuerza del terrorismo de Estado instaurado dos años despúes, ocurrieron mayormente en calles y en rincones del pueblo del color.
Los militantes peronistas y socialistas azuleños que salvaron el pellejo en las caídas de 1974, cayeron después, con el golpe del 24 de marzo de 1976. Es larga la lista de detenidos la noche del golpe y llevados en calzoncillos en algunos casos a la centenaria cárcel Unidad 7. Decenas resistieron a disposición del PEN la calesita en penitenciarios del país; otres tantos sobrevivieron a la vejación y la picana en su propio terruño.
Quienes no regresaron militaban o trabajaban a su lado, salpicados macabramente por el mito de la guerra sucia, perseguidos por presuntos activos de una lucha armada que nunca hizo – ni pudo haber hecho – pie alguno en localidades como la azuleña. Estoicos entre la amnesia y el dedo señalador – vástago del «algo habrán hecho» – perduran todes les supervivientes de los, al menos, 5 centros clandestinos de tortura y muerte diseminados por el territorio azuleño (Guarnición Militar Azul, Superintendencia de la Polícia Federal, Regional XI, Base Naval Azopardo, y el hoy jardín maternal De Paula) Ninguno de ellos puede exigir juicio y castigo, declamar el nunca más dentro de los sitios del horror, puesto que ninguno se ha convertido en espacio para la Memoria.
Así, con esa impunidad que se palpa vigente, los grupos de tareas que surgían del cuartel, cuando no de la superintendencia de la polícia federal o las comisarías céntricas, se chuparon a nombres del cotidiano azulado. Por más cinismo o reproducción del discurso oficial de los genocidas, puede convertir en terroristas subversivos a esxs seres de barrio, de clubes y rincones del centro; familiares o vecines de aparición constante en el estanco andar diario de todo pueblo. Hace casi medio siglo, son la sempiterna presencia de la ausencia.
Es sumamente injusto recalar en una síntesis de toda vida, cuando ya no hay voz en primera para narrarse a sí misma. Pero la emprenduría de la Memoria exige señalar los retazos vivos de aquellas memorias arrebatadas, dar cauce posible al conocimiento de lo que fueron y pudieron haber sido, sin descuidar el acompañamiento a quienes por sangre o convicción aún persiguen verdad y justicia en su nombre.
Revisitar su origen y huellas políticas es humanizar la cifra; evocar el punto de fuga de sus vidas es denunciar los métodos sin límite que le impusieron para mitigarla. Visibilizar las torturas metafísicas arremetidas contra sus cuerpos, mientras los más vulnerables padecían en los suyos los embistes de la miseria planificada por Martínez de Hoz. El exterminio a sangre fría, sin debido proceso, sin piedad de Ginebra, exije la concreción ejemplar de juicio y castigo a cómplices y responsables, tanto militares como civiles y eclesiásticos.
Rescatar las identidades desaparecidas es sembrar memoria, en tanto retratos de vida que caracterizan a les azuleñes desaparecides por la última dictadura cívico-eclesiástico-militar, junto a las 4 vidas suprimidas al interior de la Guarnición Militar.
En sus expresiones, como en cada recorrido militante, anida una esencia revolucionaria imprescriptible, fruto del sueño de una Argentina equitativa, popular y soberana posible.
Si les conociste, si aspirás a reconocerles; si sabés o creés que podés orientar la búsqueda de memoria, por la verdad y la justicia, elles son les desaparecides azules.
Así, en presente. Ahora y siempre.
*El siguiente listado está en dinámica y cotidiana construcción. Todo aporte contribuiría al objetivo final de materializar un archivo permanemente de la memoria en el Partido de Azul.
Jorge Alberto Álvarez Cicero
Jorge nació el 4 de septiembre de 1952 en Chacarí. Realizó su secundario en la Escuela de Enseñanza Media N° 2 «José Hernández». Trabajó en una tintorería. Con veintiún años, ingresó en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 1974.
Su legajo estudiantil fue reparado en el marco de la Resolución 259/15 de la UNLP. Militaba en la JUP y fue miembro de la Junta Promotora del Partido Peronista Auténtico de La Plata. Fue secuestrado el 13 de diciembre de 1976, presumiblemente en la vía pública.
No fue visto hasta ahora en ningún centro clandestino de detención y tortura. Tenía 24 años.
María del Carmen Barros La Pellegrina de Zaffora
Secuestrada y desaparecida el 25/09/1977
«Bocha» nació en Azul el 3 de febrero de 1943. Estudió en el Colegio Nacional “Esteban Echeverría”, con paso por la Escuela Nacional de Bellas Artes “Luciano Fortabat”. Allí conoció a Roberto Omar Zaffora, quien luego sería su marido y compañero de militancia montonera. El papá de María del Carmen era oficial del ejército argentino.
María del Carmen y Roberto fueron secuestrados por el ejército al caer el 26 de septiembre de 1977. Los arrancaron de su hogar ubicado en Pueyrredón 112, San Martín, provincia de Buenos Aires. Tenían dos hijos; Nicolás, de un año, y Sabina, de tres.
«Bocha» desapareció a sus 34 años.
Marta Ofelia Borrero
Secuestrada y desaparecida el 21/01/1977
Nacida el 21 de septiembre de 1949, en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, su vínculo con Azul se da en cuanto Marta es hija José Borrero Rivera; director de la Radio Azul en los años de plomo. Marta practicaba deportes, era una notable surfer y también karateka. Luego de terminar el secundario parte hacia la Capital Federal, donde estudió Publicidad en la Universidad del Salvador.
Militante del peronismo montonero, «Violeta» no permitió que la agarraran con vida. «Como sabía karate, presumo que se defendió hasta la muerte», imagina el memorioso Roberto Baschetti. El propio recopilador de militancias desaparecidas completa: «Era una mujer que se caracterizaba por una trenza renegrida y larga; no muy alta, de contextura fornida. Llegó sin vida a la ESMA». El hermano supo aclarar que junto a su padre han podido informarse de cómo sucedió l secuestro «en distintas formas». Así habría ocurrido: «Fue un encuentro con una persona que acababa de ser liberada; ahí paró un Ford Falcon y se los llevaron. Ese fue el ingreso de ella a la condición de desaparecida».
El hecho fatal sucedió en la confitería “Azteca” de Flores, esquina de Avenida Rivadavia y Gavilán, la tarde del 21 de enero de 1977.
Maria del Carmen Cañas Blancá de Valiente
Nació en Azul. Embarazada de 3 meses. Se llamaba María del Carmen Cañas, aunque muchos la conocían como la «Petisa». Tenía 23 años y había nacido el 20 de octubre de 1953 en la localidad de Azul, provincia de Buenos Aires. Estaba casada, tenía un hijo pequeño que se llamaba Ernesto y estaba embarazada de 3 meses. Militaba en la agrupación Montoneros.
El día 3 de agosto de 1977 fue asesinada junto con su madre María Angélica Blanca de Cañas, en su casa de calle 134 y 39, mientras preparaban algunas presentaciones por la desaparición de su hermano Santiago. En la casa estaba su pequeño hijo y una niña de casi dos años, ambos niños fueron dejados en casa cuna y localizados por sus familiares. Los cuerpos de María del Carmen y su madre fueron enterrados en el cementerio de La Plata.
Su caso fue juzgado en la causa que se conoce como “Camps” con sentencia en diciembre de 1986.
Santiago Enrique Cañas Blancá
Se llamaba Santiago Enrique Cañas, aunque muchos lo conocían como “Tito”. Tenía 26 años y había nacido el 1 de mayo de 1951 en Azul, provincia de Buenos Aires. Terminó la secundaria en una escuela nocturna de La Plata, militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), junto con su hermana María Angélica Cañas, secuestrada y desaparecida en abril de 1977. Trabajaba de albañil. El 2 de agosto de 1977, Santiago habría salido de su trabajo y se dirigía a la casa del matrimonio Aued-Medici en calles 132 y 35, que habían sido secuestrados el día anterior. Al darse cuenta que algo no está bien, intenta correr y lo capturan. Por testimonios de sobrevivientes, pudo saberse que Santiago estuvo secuestrado en los Centros Clandestinos de Detención “Brigada de Investigaciones de La Plata” y “Pozo de Banfield”. Al día siguiente, su madre María Angélica Blanca de Cañas y su hermana María Carmen Cañas, fueron secuestradas y asesinadas. El caso de Santiago fue juzgado en la causa que se conoce como “Camps” con sentencia en diciembre de 1986 y la causa conocida como “Circuito Camps” con sentencia en diciembre de 2012. Actualmente su caso está siendo juzgado en otra de las causas en curso, por delitos de lesa humanidad, en la ciudad de La Plata. Santiago continúa desaparecido.
Según Martín, el menor de los cinco hermanos Cañas-Blancá, el secuestro de Santiago, ocurrido el 2 de agosto de 1977, “fue producto de la afrenta que significó para la dictadura militar y sus mandamaces y cómplices la interferencia televisiva a la pelea de box por el título mundial entre el feminicida Carlos Monzón y el colombiano Rodrigo Valdés con la emisión de una proclama que le decía al pueblo platense que ‘Montoneros estaba presente en los barrios’”.
En efecto, el 30 de julio de 1977 Santiago Cañas junto con Daniel Mariani realizan la interferencia de la pelea por el título mundial. La hacen en bicicleta. “Posiblemente fue Santiago quien conducía la bicicleta. Interfieren Canal 2 y Canal 13 y pasan una proclama”, precisó el testigo en la audiencia número 58 ante el Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata que volvió a funcionar de forma virtual.
Maria Angélica Cañas Blancá (Tita)
Se llamaba María Angélica Cañas, tenía 28 años y había nacido el 15 de junio de 1948 en Azul, provincia de Buenos Aires. Angélica fue la mayor de cinco hermanos de una familia trabajadora. A sus 13 años se mudaron a la ciudad de La Plata. Como muchas hijas e hijos de trabajadores no pudo terminar sus estudios secundarios cuando fue adolescente debido a que tuvo que trabajar para ayudar a la familia.
Fue artista plástica y pintora como su abuelo materno. Lamentablemente toda su producción se ha perdido en manos de las bandas civiles, policiales y militares detrás de su exterminio. «Tita» viajó durante un tiempo a la ciudad de Buenos Aires, donde recibió su formación en Artes Visuales. En esos viajes comprendió que existía otra historia que no contaban los diarios. Habló del Cordobazo, de la dictadura de Onganía y de la Revolución Fusiladora. Fue ella la responsable de abrirle el camino de la militancia antimperialista a toda su familia. Luego, y como parte de un proyecto de vida terminó su secundaria como abanderada en la educación de adultos, en La Plata y en su condición de estudiante secundaria abrió un espacio para la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) en la enseñanza de adultos. Al finalizar la secundaria comenzó a estudiar Medicina en la Facultad de Cs. Médicas (UNLP).
“Hacer memoria es más que recordar. Lo más importante para la memoria colectiva no son sólo los finales trágicos sino sus vidas comprometidas, sus vidas militantes que arrojan luz a nuestras vidas hoy”, escribió su hermano menor.
Angélica fue secuestrada en la vía pública en las cercanías de Calle 19 y 35, en un Operativo Ilegal de Detención a cargo del Primer Cuerpo del Ejército. María Angélica fue vista por ex detenidos del centro clandestino de detención conocido como «La Cacha». Toda la familia fue perseguida durante la dictadura: Angélica fue la primera de la familia en ser secuestrada y desaparecida. Luego, su hermano Santiago, quien también continúa desaparecido.
Finalmente, fueron fusiladas su madre, también llamada Angélica, y su hermana Carmen.
Maria Inés Carrieri Marsicano de Velásquez
Secuestrada y desaparecida el 18/5/1977
María Inés nació el 9 de febrero de 1944 en Azul. Su familia la llamaba «Quita», y tenía por compañero de vida y militancia a Miguél Francisco Velázquez. Tuvieron tres hijos; Roxana, Andrea y Gastón. María Inés tenía dos hijos anteriores, Sergio y Evangelina. Ambos militaban en el PRT-ERP. A él sus compañeros lo llamaban «El Puma». Fueron secuestrados el 18 de mayo de 1977 en su domicilio del barrio La Negrita, en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires. Vivían en Chivilcoy, y fueron secuestrados de su domicilio junto con sus hijos el 18 de mayo de 1977. Los niños fueron posteriormente liberados.
María Inés estaba embarazada de cinco meses. La pareja y el/la niño/a que debió nacer en cautiverio permanecen desaparecidos.
Gaspar Onofre Casado Frachia (Quinto)
Secuestrada y desaparecida entre el 7 y el 15/12/1977
Nacido en Azul, provincia de Buenos Aires, el 21 de noviembre de 1955. Hermano de María Segunda Casado (Ver su registro). Estudiante de Derecho. Familiarmente le decían “Quinto” ya que ese era su lugar en la familia: el quinto hijo. Militante montonero que actuaba con el nombre de “Manuel” y el grado de Teniente. Secuestrado en el trayecto entre La Plata y Capital Federal junto a su compañera Adriana Leonor Tasca, “Clara” (embarazada de 6 meses), entre el 7 y el 15 de diciembre de 1977. Ella también militaba en Juventud Universitaria Peronista (JUP) en Derecho, en la Facultad de La Plata. Antes de su muerte, fue vista en “La Cacha” y él en la ESMA.
Adriana, su pareja, fue secuestrada el 9 de diciembre de 1977, en las cercanías de Plaza Flores, Capital Federal, o en la ciudad de La Plata. Estaba embarazada de cinco meses. La joven fue vista en la Comisaría 5° de La Plata y en el CCD «La Cacha». Adriana era natural de Mar del Plata y en esa ciudad balnearia había nacido un 20 de abril de 1955.
Adriana y Gaspar tenían 22 años. Militaban en Montoneros y estudiaban Derecho en La Plata. En Diciembre de 1976, al desaparecer un compañero, se fueron a Mar del Plata, de donde provenían, pero volvieron a La Plata el 8/10/77. La útima comunicación que tuvieron con su familia fue el 5 de diciembre de 1977.
Adriana fue llevada al C.C.D «La Cacha» y de ahí al C.C.D. que funcionaba en la «Comisaría 8» de La Plata. Fue vista allí en enero de 1978, todavía embarazada. Estaba en el suelo de un sótano y tenía los ojos vendados. A través de otra presa que fue liberada le mandó a decir a su familia que busquen a su hijo que iba a nacer entre la última semana de marzo y la primera de abril de 1978. La familia lo buscó pero nunca lo encontró. Alrededor del 27 de marzo de 1978, Adriana dio a luz durante su cautiverio.
Pensaban llamar José o Josefina al bebé que esperaban. El niño fue entregado por un oficial de la FFAA a un matrimonio allegado. Fue inscripto con una falsa partida de nacimiento firmada por una médica de la policía de la provincia de Buenos Aires. Sus apropiadores se llamababan Sebastián Ricardo Francisco Capitalino y Silvia Molina.
En enero de 2005, el entonces pibe de 26 escribió a Abuelas de Plaza de Mayo, consultando sobre una causa que lo mencionaba como posible hijo de desaparecidos. Desde Abuelas se lo derivó a la CONADI donde se presentó en marzo de ese mismo año. En el mes de septiembre se realizó los análisis inmunogenéticos en el BNDG y el 9 de febrero de 2006 pudo confirmar que era hijo de Adriana y Gaspar.
José Sebastián Casado Tasca, el nieto 82, continúa siendo el único de origen azuleño hasta la fecha.
Mariela «Maria Segunda» Casado Frachia (Silvia)
Secuestrada y desaparecida el 23/06/1978
“Mariela” para su familia. “Ana” y “Silvia”, para sus compañeros de organización. Hermana de Gaspar Onofre Casado (ver su registro). Nacida en Azul, provincia de Buenos Aires, el 4 de diciembre de 1953. Fue muy amiga de la familia del Gobernador Bidegain. Militó primero en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). También pasó por la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN) ya que estudiaba Derecho en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), por Juventud Peronista, por la “Agrupación Evita de la Rama Femenina” de La Plata y por Montoneros (Columna Oeste). Durante lo que se conoció como la “primavera camporista” y un poco más, trabajó en la Casa de Gobierno bonaerense como secretaria de Ernesto Jauretche. Cayó presa a mediados del ’75 durante elgobierno de Isabel Martínez y salió opcionada al exterior en enero de 1976. Fue a Venezuela ya que sus padres querían alejarla de la cosa política y ella quería seguir adelante “caiga quien caiga y cueste lo que cueste”, parafraseando a Evita.
Susana Aurora Collinet Galíndez
Secuestrada y desaparecida el 6/07/1977
Bailarina de danzas folclóricas. Profesora de baile. Militante universitaria peronista. Jugadora de handball, atletismo y bochas del club Vélez , había ganado en casi todas las disciplinas, era muy buena deportista, entrenaba muchísimo. Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional.}
Cuenta su hermana en el legajo testimonial: «Ella Bailaba, estaba en un ballet y era profesora de baile. Además militaba en la Juventud Peronista, hacía asistencia en barrios carenciados. Era madrina de diecisiete niños. Lo único que hacía la JP en esa época era asistencia social, no estaba organizada, no tenía un local físico. A la mañana ella iba a los barrios y a la tarde se dedicaba al ballet. A ella la atrajo la sensibilidad, ayudaba en los barrios marginados de la ciudad».
En el año 1975 se mudó a la ciudad de Mar del Plata, allí trabajó en una envasadora de pescado.
Su hermana relata en testimonio judicial, el último encuentro que tuvo con ella: «La última vez que nos vimos [con Susana] fue en un torneo deportivo aquí en Mar del Plata, a principios del año 1977, cuando [yo] tenía 23 años [y su hermana 26]. Me transmitió que estaba con temor, que no quería viajar a Azul porque tenía una gran preocupación de que nos pudiera pasar algo a nosotros, especialmente a mis padres. En esa época no sabíamos lo que estaba pasando (…) Mis padres siempre esperaron que llegara, que tocara el timbre”.
La secuestraron en diciembre de 1977 en la ciudad de Mar del Plata. Fue vista en el Centro Clandestino de Detención Brigada de Investigaciones. Tenía 26 años. Su caso fue incluido en causa judicial en la que se investigaron, probaron y condenaron delitos de lesa humanidad: Megacausa Subzona 15.
En junio de 2020 el ex militar Jorge Luis Toccalino fue condenado a prisión perpetua, entre otros por el crimen de la azuleña Susana Collinet, al hallarlo la Justicia Federal jefe u organizador de una asociación ilícita dedicada a la desaparición de personas. Toccalino fue el segundo jefe del Área 15.1 entre el 14 de diciembre de 1976 y el 15 de octubre de 1978. Al ex militar se le dictó además inhabilitación absoluta perpetua y se le aplicó la suspensión del goce de su jubilación de Ejército.
Susana Aurora Collinet nació en Azul el 7 de noviembre de 1951. Su domicilio familiar era en Burgos 484. Al momento de su rapto en Mar del Plata había cumplido los 26 años de edad. Integró el seleccionado azuleño de bochas y su actividad deportiva, desde la década de 1960, se desarrolló en representación del club Vélez de nuestra ciudad. También destacó como profesora y bailarina de folclore y había logrado un notable desempeño en los juegos de ajedrez y damas.
El legajo de CONADEP de Collinet fue rotulado con el número 6744. Aporta tres datos: la Libreta Cívica de Susana (LC 10.180.007), el apellido materno, Galíndez; y el hecho: «Desaparición Forzada».
El caso de Susana Aurora Collinet recién fue declarado el 28 de marzo de 1996 por el Juzgado Civil y Comercial Nº 8 de La Plata, e inscripto en el Registro de las Personas el 29 de abril de ese mismo año. Producido hora el fallo del TOF 1 de Mar del Plata, aún se aguarda por los fundamentos de los magistrados actuantes.
Norma Inés Delbonis Marrero
Secuestrada y desaparecida el 6/07/1977
Nacida el 11 de mayo de 1945, Norma Delbonis fue quién convocó a Susana Collinet para trabajar en los barrios populares del pueblo. Norma había sido detenida en Tandil en 1974, y luego liberada por la Justicia Federal de Azul.
Con el golpe, fue detenida en Mar del Plata junto a «la rusa», en algún momento del 6 de diciembre de 1977. Para entonces le apodaban «Kela» y «María».
Los diarios marplatenses darían cuenta dos días después, que aquél 6 había sido abatida en un “enfrentamiento armado” junto a Ignacio Antonio Suárez (“Panda”), cercados al interior de una vivienda de la calle Pedraza 546: «El Cdo de Subzona 15 informó que dos DS de Montoneros fueron abatidos el martes pasado. Los terroristas, identificados como Ignacio Antonio Suárez y Norma Inés del Boni, fueron sorprendidos en una vivienda de Pedraza 546, donde luego de atacar a las autoridades fueron abatidos…” Es casi seguro que ambos jóvenes, hayan estado secuestrados con anterioridad a su ejecución sumaria.
Su legajo de la CONADEP es el número 8038. Sin embargo,un aspecto que surge claramente en el proceso denominado Megacausa, es que Norma Delbonis, conforme a dos testimonios, estuvo en la Brigada de Investigaciones de Mar del Plata, donde había varias chicas secuestradas. Ese elemento permite inducir a la Fiscalía que Collinet estuvo allí y, al igual que Delbonis, fue en el último lugar en que las vieron con vida. Por ello se relaciona directamente la caída de Susana Collinet con la de su compañera Norma Delbonis.
Ambas fueron secuestradas el 6 de diciembre de 1977. Desde entonces permanecen desaparecidas.
Francisco Clemente Dinelli Melchior
Secuestrado y desaparecido el 25/05/1978
Francisco nació un 1° de agosto de 1958 en Chillar. Con el tiempo, repartiría la militancia entre el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) y la Juventud Peronista (JP) Por esos mismos ideales, no dejaron florecer más allá su juventud revolucionaria.
A «Chacho» lo desaparecieron el 25 de mayo del 78′, a un mes del mundial fogoneado por la Junta. Tenía apenas 19 años.
Pedro Arturo Frías Boaglio (Paisano)
A Pedro Frías se lo recordará siempre como el Paisano. Pedro era obrero ceramista y tornero. Con María Segunda Casado, su compañera, tenían un hijo de poco más de un año, al que llamaron Mario.
La dictadura genocida se lo tragó el 20 de junio de 1978, un día antes del 6 a 0 de Argentina a Perú en la Copa del Mundo. Justo en ese país decidió exiliarse en 1977. Pero regresó. Entonces se lo llevaron con su compañera María Segunda Casado. Ella estaba embarazada. Los secuestraron en Villa Tesei, cerca de Merlo, donde él había nacido. De muy pibe se mudó al barrio La Tosquera, a la ciudad donde pasó la mayor parte de su vida. Colocada en su memoria, una placa en mármol lo recuerda hoy en una plaza. “Sus viejos trabajaban como empleados en una cabaña en Coronel Suárez, en Cura Malal”, recuerda Julio Varela, su compañero de estudios, militancia, trabajo y fútbol en los seleccionados juveniles azuleños.
Cuando terminaron la escuela técnica Vicente Pereda en el ‘67, empezaron a trabajar en Cerámicas San Lorenzo. El Paisano entraba a las 6 de la mañana, salía a las 2 de la tarde y se iba a militar en la Unidad Básica de Azul. El fútbol y su demanda de entrenamientos quedaban para la noche. Así transcurrió su vida hasta 1974, entre la producción de la fábrica, las lecturas de Cortázar y Hernández Arregui y las charlas sobre River, donde tenía dos ídolos: Amadeo Carrizo y Ermindo Onega.
Además del homenaje en la plaza Juan Manuel de Rosas y de un espacio cultural peronista que lleva su nombre, Frías está presente entre quienes lo conocieron.
“El Paisa era un deportista natural y destacado, creo que participó de todo: atletismo, básquet en el club Cemento Armado, vóley, aunque claramente entonces el fútbol era la cita obligada de los domingos…”, le contó Varela al periodista Silvio Randazzo en una extensa entrevista para el diario local El Tiempo.
“Teníamos responsabilidad política en Azul y la región centro de la provincia. Viajábamos a Plaza de Mayo, participamos del Operativo Dorrego. Entonces el fútbol comenzábamos a dejarlo. Yo me acuerdo que iba a las reuniones con el bolso de la ropa deportiva.
Cuando detuvieron a Frías y Varela en una misma redada el 10 de noviembre de 1974 –el ERP había intentado copar el cuartel de Azul el 19 de enero de ese año–, el acto de militar en la ciudad era un riesgo inminente de asesinato, desaparición forzada o un largo período en la cárcel. Ya actuaban las bandas paramilitares de la Triple A.
José Antonio Paradela Borghi
Secuestrado y desaparecido el 02/03/1977
José nació el 3 de noviembre de 1950 en la ciudad cabecera. El secuestro de las huestes represivas ocurre en la calle venezuela al 900, del barrio porteño de Monserrat.
Era el 2 de marzo de 1977. José tenía entonces 26 años.
Héctor Edgardo Rizzo Borgnis (Gordo, Chorizo)
Secuestrado y desaparecido el 16/01/1977
Héctor nació el 11 de febrero de 1947 en la ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires.
Estudió Ciencias Veterinarias, en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata. En dicha ciudad vivía en el Centro Universitario Azuleño (CUA). Militó en Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros. En esa ciudad conoció a María de las Mercedes González Doglia, con quien se casó y tuvieron una hija. En diciembre de 1976 se mudaron lxs tres a Mar del Plata.
Lo secuestraron el 16 de enero de 1977 en Mar del Plata. Tenía 29 años.
En el juicio de lesa humanidad Subzona 15 llevado a cabo en 2019, María Victoria recordó a su madre y padre de la siguiente manera:
“Me siento muy orgullosa de mis padres por el ejemplo de vida. Traté siempre de seguir su huella, de ser una persona comprometida y solidaria con el otro. Y le inculqué a mis hijos los mismos valores. Nunca los olvidamos (…). Pero el dolor en mi se transformó en lucha”.
Miguel Ángel Sabalua Zabalza
Secuestrado y desaparecido el 26/01/1978
Se llamaba Miguel Ángel, más era conocido como «El Vasco». Nació el 4 de noviembre de 1947 en Azul, aunque vivió en Chillar, en el seno de dos familias tradicionales. Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Azul, y posteriormente se fue a estudiar Veterinaria a La Plata.
Los inicios de su militancia acontecen dentro de la Juventud Peronista, junto a otros compañeros de su ciudad natal, como Héctor Rizzo y Juan Marcelo Soler. Hacía trabajo social en los barrios, vacunaba, enseñaba a leer.
Le gustaba la música y el teatro. Se recibió de Médico Veterinario y según algunas fuentes también trabajaba como empleado en una empresa de cerramientos de aluminio y mamparas. En La Plata conoció a María Isabel «Tata» Basso, con quien se casó y tuvo dos hijos, Francisco y María Laura -que al momento de su desaparición tenían dos años y medio y siete meses respectivamente-.
Gracias al testimonio en los Juicios por la Verdad de su hermana, Beatriz Sabalúa, sabemos algunos detalles de la noche del 26 de enero de 1978. Miguel Ángel y María Isabel se encontraban cenando con sus hijos en la casa de los padres de ella cuando una patota irrumpió en el hogar y se los llevó a ambos. A partir de esa noche, y a pesar de la incansable búsqueda, sus familias no tuvieron noticias certeras de su destino.
Miguel Ángel continúa desaparecido y su caso aguarda justicia.
Carlos Esteban Alaye Dematti
Lo apodaban «Néstor», «Laucha» o «Ratón». Tenía 21 años y había nacido el 5 de diciembre de 1955 en Carhué, provincia de Buenos Aires. Creció en Azul, de la infancia a la adolescencia. Era hijo de Adelina, entonces maestra del Jardín 901. Culminado el colegio, Carlos tuvo un paso como estudiante de Psicología en la Universidad Nacional de La Plata. En paralelo, atravesó los oficios de obrero metalúrgico, delegado gremial y militante de Montoneros. Fue secuestrado el 5 de mayo de 1977, en la vía pública, en la localidad de Ensenada en el marco de un operativo de detención ilegal a cargo de las Fuerzas de Tareas 5 (FT5). Fue visto, por testimonios de ex detenidos, en el centro clandestino de detención La Cacha. Su mamá, Adelina Dematti de Alaye, fue fundadora y formó parte de organizaciones por los derechos humanos como Madres de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo de La Plata, Comisión Provincial por la Memoria, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata. El caso fue incluido en la causa judicial en la que se investigaron, probaron y condenaron delitos de Lesa Humanidad: causa conocida como La Cacha, que tuvo sentencia en diciembre de 2014. Su compañera, Inés Ramos, donó la casa que perteneció a la pareja y que funciona como espacio para la memoria, la educación y la cultura a la UNLP. Carlos
Esteban continúa desaparecido.
Oscar Alberto Rizzo Coronel (primo de Hector Rizzo)
Jorge Alberto Salite Lagos (Nació en Azul)
Juan Marcelo Soler Guinard (Negro, Raúl)
Estudió en el Seminario de Azul.
Roberto Omar Zaffora Uballes (Chuli, Simón)
Roberto Illanes
Vivió en Azul. Su padre era suboficial del Ejercito de Azul, amigo de José Paradela.
Raúl Alberto Balbuena D´Alessandro
(secuestrado en Cacharí, Partido de Azul)
Nora Raquel Raggio Baliño de Balbuena
(secuestrado en Cacharí, Partido de Azul)
Carlos Alberto Labolita Banegas
(secuestrado en Las Flores por grupo de tareas del Ejercito Azul, trasladado a Azul)
Héctor Victorio Morandi Risso
(conscripto Ejercito Azul)
José Luís Musmeci Orsi
(conscripto Ejercito Azul)
Alfredo Mario Thomas Molina
(conscripto Ejercito Azul)
José Luís Vicini Alessio
(conscripto Ejercito Azul)
SE BUSCAN LOS HIJOS DE
María Segunda Casado y Paisano Frías
María Inés Carrieri y Miguel Velásquez
Juan Marcelo Soler y Graciela Moreno
Marta Pourtale y Juan Carlos Villamayor
Raúl Balbuena y Norma Raggio
Compartimos retazos de la pluma de Jorge Meza, superviviente e imprescindible memorioso, en sus libros “La Noche Azul» y «Heridas del Porvenir»: crónicas de complicidad y silencio de la sociedad azuleña durante la última dictadura cívico militar eclesiástica”. Insoslayablemente, las Cartas Abiertas azuleñas al Terror más profundo. Con fuentes irrefutables, testimonios pormenorizados, y denuncias inobjetables, el primero de los libro de Meza sentó jurisprudencia como la primera investigación acerca de los crímenes de lesa humanidad cometidos en nuestro Partido. Evidencia la responsabilidad armada y la complicidad civil, tanto como particulariza. El segundo, desarrolla la vida y militancia de les desaparecides azules, yendo a las fuentes familiares y militantes más próximas. Revelando la carne y el corazón que por torturado y desaparecido, no hace más que aparecer en las nuevas formas de resistencia al odio de clase y la miseria planificada.
«Tengo muchas preguntas y no tantas respuestas. Parece como si en el imaginario colectivo la historia argentina no hubiese pasado por las ciudades del interior. Y sin embargo la dictadura también pasó en cada uno de los pueblos de nuestra patria. Pero… ¿porque se recuerda tan poco? ¿Porque casi no se habla? ¿Porque el silencio es tan atronador? ¿Porque se sigue señalando con el dedo acusador a las víctimas del espanto? ¿Porque no se sabe de los numerosos centros clandestinos? ¿Porque se desconoce que aún hay nietos robados?
Macabra herencia que la sociedad tardará tiempo en cicatrizar heridas que tal vez nunca podrá lograr. Benedetti decía que el olvido está lleno de memoria. Y Bayer repetía que todo esto sucedió en una ciudad con el hermoso nombre de Azul.
A todos nuestros ausentes siempre presentes a través de esta investigación producto de largos años de paciente búsqueda. Para mostrar la generosidad de una generación comprometida (…)
«Caminaron por nuestras calles y pisaron las baldosas flojas de nuestras veredas, para salpicar con su militancia y contagiar de esperanza el horizonte.
Llenaron de bullicio las aulas y los patios de nuestros colegios brindando, en muchos casos, testimonios de compromiso y estudio.
Dejaron en las fábricas y en sus lugares de trabajo el sentir cotidiano rechazando la injusticia.
«Respiraron el perfume de la primavera en el parque, pisaron descalzos las arenas calientes del verano en el balneario.
Caminaron por la costanera, en un paseo ribereño cargado de puentes peatonales que han cedido al tiempo.
Se enamoraron con un amor que trascendía a la pareja humana. Muchos de ellos tuvieron hijos sembrando el mañana con algo de sus latidos y sus miradas.
Descubrieron en las venas de la ciudad el latir de sus heridas reflejadas en la barrias curtidas de la histora.
Compartieron mates, comidas, fiestas y descansos. Fueron hijos, padres, madres, hermanos, amigos, quienes supieron en la cotidianeidad del encuentro de su compromiso con un mundo distinto, más humano.
Y allí quedaron junto a los nombres y los lugares que siempre los traen a caminar nuevamente de donde nunca se fueron.
Aquí están, PRESENTES en cada recuerdo que triunfa sobre la amnesia social. En cada acto que emerge victorioso del terror generalizado.
Pedazos de un horror en las noches encendidas.
Fueron vecinos nuestros, con esas miradas profundas, incoformes ante el andar cotidiano y cansino de su ciudad.
Un poder disciplinario y asesino los secuestró de la vida, les impidió continuar sembrando de primaveras el atardecer.
El tiempo, ese tirano que nunca se detiene, parece borrarlo todo.
Y sin embargo, emergen en los gestos de quienes rescatan su aliento en la construcción de una sociedad más justa.
Porque como diría Miguel Bonasso: ‘No se puede construir una genuina convivencia democrática sobre cimientos de inequidad y vergüenza'».
✏ Fragmento de “La Noche Azul” – Jorge Meza