We Tripantu (Año nuevo mapuche)

Un ritual sagrado donde la comunidad catrielera conmemora y se fortalece de cara a las viejas luchas y las nuevas siembras.

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«La noche mas larga pasó.
Atrás queda el otoño con sabor a remansos profundos.
Los parches empiezan a calentarse a los pies del fogón para recibir sonantes un nuevo sol.
Ciclos que hablan de la naturaleza mas también hablan de mi.

Pioja Willhu

 

 

Durante la puesta del sol más distante en la noche más larga, quienes habitan Bolivia, Perú, Chile y Argentina desde el origen se reúnen para celebrar nuevos ciclos».

 

El calendario gregoriano señala al 21 de junio como el solsticio de invierno; en las cosmovisiones incaica, quechua, aymará y mapuche, entre el 21 y el 24 culmina el tiempo de cosecha, e inicia el ciclo de fertilidad y siembra. Algunas comunidades andinas conmemoran el Inti Raymi, entre desiertos y quebradas otras conducen el Machaq Mara, y a la vera de ríos o arroyos como el de Azul, se estará celebrando el We Tripantu, que en mapudungún (lengua mapuche) anuncia “el año nuevo” surgido “del retorno del sol”.

 

Para les descendientes  pehuenches de Azul, representada en el linaje catrielero de la comunidad  “Cacique General de las Pampas Cipriano Catriel”, el rito inicia con el ocaso del 23, y perdura más allá del amanecer del 24.

 

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Sus Kimche (líderes espirituales) coordinan la ceremonia ancestral, cuya primera ofrenda es la “planta de banderas” en la Plazoleta De Respeto A Los Pueblos Originarios. Este islote que custodia el busto del propio Cipriano, hace las veces de portal al Azul «del otro lado del arroyo», el de las «raíces pampas» que aún vive y resiste en Villa Fidelidad.

 

Una fogata sagrada nace con la puesta del sol, y arderá hasta el mediodía. En torno al fuego se suceden los epew (cuentos) con que cada Kimche relata a sus descendientes la memoria colectiva y la cosmovisión de su comunidad. El cielo nocturno invita a contemplar el Prapagnaw, constelación del equilibrio entre lo bueno y lo malo, lo cosechado y lo negado. También, a debatir sus conquistas pendientes. Antes del amanecer, cantos y rezos armonizan el acto del yewün (ofrenda de alimentos y presentes)

 

Con el nuevo día, e invocando las fuerzas espirituales de sus antepasados, un abrazo comunitario proyecta a les presentes hacia adelante, uniéndoles con Ngünechen (el Ser Supremo) y la Ñuke Mapu (Madre Tierra, y todo lo que surge de ella)

 

Este We Tripantu recuerda la plena vigencia de sus luchas de tres siglos. El Estado y la sociedad erigidos sobre su genocidio, tienen otro nuevo ciclo para reivindicar su identidad ancestral, y dar paso a la reparación histórica sobre sus territorios sagrados.

 

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